¿Cómo se filtraron las tradiciones constructivas europeas en las estaciones de trenes sudamericanas?

En las estaciones de trenes contemporáneas, suelen predominar las búsquedas arquitectónicas asociadas a la innovación y la modernidad. Usualmente, glorificamos los diseños con líneas claras y los brillantes edificios de vidrio que evidencian los avances de la tecnología y la ingeniería. Sin embargo, el clasicismo y los estilos que aún resisten el paso del tiempo -con sus sólidos materiales y sus escultóricos detalles- poseen cierto atractivo. Dentro de sus formas familiares, marcadas por el orden y la simetría, hay algo que nos permite conectar con el pasado.

Las estaciones de trenes sudamericanas pueden parecer un lugar atípico para encontrar rastros de la arquitectura clásica. Sin embargo, ahí están. Considerando que las antiguas civilizaciones andinas se caracterizaron por la construcción de increíbles templos de piedra y exquisitos centros culturales incas materializados en adobe, ¿cómo se filtraron en estas regiones las tradiciones constructivas europeas?

América del Sur no se encuentra ni histórica ni físicamente vinculada a la herencia romana y griega. Sin embargo, diversas estaciones construidas a lo largo de toda América Latina son, de hecho, joyas arquitectónicas que proponen un vínculo entre estos dos mundos.

El continente se enriqueció notablemente con el desarrollo del ferrocarril a lo largo de sus vastas tierras. Gracias a sus tendidos, los productos podían ser transportados para su exportación de manera rápida y efectiva. A medida que los países comenzaron a enriquecerse, invirtieron cada vez más dinero en la industria ferroviaria. De esta manera, comenzaron a erguirse hermosas estaciones de tren. Con piezas importadas de Gran Bretaña que viajaban miles de kilómetros sobre el océano y arquitectos de formación francesa, la cultura europea –y su estética arquitectónica- logró filtrarse en el continente.

Estación Júlio Prestes. Santa Cecilia, Brasil (1938). Image Cortesía de Kristen Klepac

Elementos arquitectónicos del pasado

Los arcos, pilares y cúpulas que constituyeron el acervo constructivo característico del Beaux-Arts no formaron parte del pasado arquitectónico sudamericano por lo que, antes de la colonización de 1492, las construcciones asociadas a este estilo prácticamente no existieron en el continente.

Los antiguos arquitectos de Sudamérica fueron los miembros de las civilizaciones indígenas. Los Mayas, por ejemplo, irguieron complejas construcciones como palacios y templos piramidales de piedra caliza. Las construcciones respondían a las creencias particulares de su civilización: cada pirámide escalonada se encontraba dedicada a una deidad y los edificios se decoraban con murales de colores en celebración de sus dioses y tradiciones. Sus ciudades eran numerosas y seguían sencillos diseños basados en la topografía local y la naturaleza circundante.

Estación de Desamparados. Lima, Perú (1911). Image Cortesía de Kristen Klepac

Los Incas –responsables de la construcción de Machu Picchu- eran conocidos por sus construcciones ortogonales, materializadas manualmente con piedras, las cuales se encastraban entre sí utilizando tradicionales bloques de sillería. Al igual que los Mayas, estos nativos se inspiraron en el paisaje, construyendo estructuras que acompañaban los contornos de la tierra, en lugar de enfrentarse a ella. En México, el impresionante e increíblemente antiguo centro urbano de Teotihuacán fue diseñado con sofisticados caminos, pensado para albergar una población de 125.000 -o más- habitantes.

La arquitectura tradicional sudamericana posee, entonces, una fuerte y poderosa influencia cultural. La consistencia de sus geometrías, el trabajo con los elementos naturales y la celebración de la vida mediante coloridas pinturas y esculturas distinguen el carácter único de este patrimonio.

Estación Constitución. Buenos Aires, Argentina (1865). Image Cortesía de Kristen Klepac

Pequeñas colonias que marcaron el inicio de grandes cambios

No hubo tiempo para una transición natural que promoviera la continuidad de las tradiciones nativas. Los métodos propios de los Incas, los Mayas y los Aztecas no se incorporaron en las nuevas construcciones. A medida que el colonialismo se extendió por las tierras de Sudamérica, la arquitectura y las nuevas ciudades comenzaron a percibirse como un reflejo del pasado y la formación de las naciones que vinieron a colonizar las tierras. Los colonos trajeron consigo métodos innovadores que permitieron construir de una manera más eficiente y económica.

Cuando la “era colonial” comenzó a transformar el continente con sus nuevas ideas y tecnologías, la gente cambió. Los países sudamericanos lograron obtener su independencia en el siglo XIX y, a finales del siglo XIX y principios del XX, vivieron un intenso período de transformación cultural y económica. No sólo se independizaron, sino que también comenzaron a enriquecerse.

Estación de la Sabana. Bogotá, Colombia (1917). Image Cortesía de Kristen Klepac

Las culturas occidentales enaltecían las ideas provenientes de las escuelas clásicas francesas e italianas, por lo que comenzaron a identificar sus prácticas como una riqueza de conocimientos y los pueblos de los países sudamericanos -recién independizados- optaron por seguir su ejemplo. La ciudad de Buenos Aires se esforzó por convertirse en la propia "París de Sudamérica". Con éxito o no, esta ciudad se transformó visualmente en una referencia importante del neoclasicismo. Las intervenciones arquitectónicas se hicieron en toda la ciudad, buscando que las mismas parecieran “directamente importadas de París”.

De vuelta al camino

En otras ciudades, algunos elementos fueron literalmente importados desde Francia. Personas de renombre como Eiffel y Le Creusot fueron responsables del diseño de majestuosas estaciones de tren en Santiago de Chile. En Río de Janeiro, Brasil, la torre del reloj de la estación Central cuenta con piezas de relojería diseñadas por IBM. A lo largo y ancho de todo el continente, a medida que las vías se extendían, las estaciones se alzaban como un reflejo del éxito de la época.

Estación Central. Santiago, Chile (1897). Image Cortesía de Kristen Klepac

De Brasil a Perú y de Argentina a Colombia, las estaciones y vías de tren permitieron transportar materias primas y productos como café y fertilizante para ser enviados a los Estados Unidos o Europa, quienes devolvían bienes de lujo y productos de consumo –con una demanda que no cesaba de crecer a causa de la rápida urbanización y el despegue de las economías del mundo-.

Estación de Luz. Sao Paulo, Brasil (1901). Image Cortesía de Kristen Klepac

Así como las iglesias son una evidencia material de la riqueza y la belleza propia de una época pasada, las estaciones de tren representan una nueva era. Estos increíbles monumentos ilustran un fragmento del pasado, un momento especifico de la historia de los países en los que se emplazan y de la mano de obra que hizo posible su construcción. Su conservación brinda la oportunidad de apreciar la increíble ingeniería que hay detrás de estas monumentales estructuras.

Estación Retiro. Buenos Aires, Argentina (1915). Image Cortesía de Kristen Klepac

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Sobre este autor/a
Cita: Kristen Klepac. "¿Cómo se filtraron las tradiciones constructivas europeas en las estaciones de trenes sudamericanas?" 23 ene 2020. ArchDaily México. Accedido el . <https://www.archdaily.mx/mx/932456/como-se-filtraron-las-tradiciones-constructivas-europeas-en-las-estaciones-de-trenes-sudamericanas> ISSN 0719-8914

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